Jugadas maestras: estrategias contrastantes para el manejo sustentable del forraje. Dos sistemas ganaderos de Tacuarembó frente al desafío de pastorear con resiliencia

Ing. Agr. Mag. Mayra Soares de Lima

Dirección Nacional de Biodiversidad, Ministerio de Ambiente

Proyecto Gestión del Pasto

Este artículo presenta el análisis de dos sistemas ganaderos de Tacuarembó que participaron en el proyecto “Gestión del Pasto” del Instituto Plan Agropecuario. A través del uso del Índice del Plato de Comida (IPC), se estudió cómo cada establecimiento ajustó sus estrategias de manejo forrajero frente a realidades productivas y climáticas contrastantes. Mientras uno priorizó el ajuste de la carga y una lógica de bajo insumo, el otro combinó verdeos y planificación comercial para sostener una carga creciente. Las experiencias confirman que el equilibrio entre oferta y demanda de pasto debe evaluarse desde el contexto, integrando herramientas técnicas con decisiones adaptadas a cada predio.

Introducción: decisiones en contextos diversos

En un país totalmente comprendido dentro del bioma Pampa, los pastizales naturales son más que un recurso: son la base de la ganadería uruguaya. Su gestión responsable y eficiente es clave para sostener los sistemas productivos, especialmente ante la creciente variabilidad climática y las exigencias de los mercados globales.

Este artículo presenta los aprendizajes surgidos del seguimiento a dos establecimientos ganaderos del departamento de Tacuarembó que participaron en el proyecto “Gestión del Pasto” del Instituto Plan Agropecuario. A través del uso del Índice del Plato de Comida (IPC), se analizó cómo cada establecimiento ajustó su estrategia de manejo forrajero frente a contextos ecológicos, climáticos y económicos bien distintos. Dos sistemas, dos realidades productivas, una misma búsqueda: lograr un manejo sustentable del forraje.

El índice del plato de comida: una herramienta para mirar el campo

El IPC es una herramienta práctica que relaciona la disponibilidad de forraje (estimada por altura del pasto) con la carga animal (peso vivo por hectárea). Un valor de 1 indica un equilibrio entre oferta y demanda de pasto. Si el índice es menor a 0,7, puede haber sobrepastoreo. Cuando supera 1,3, podría haber subutilización del recurso.

Entre 2021 y 2024, esta herramienta fue aplicada en dos establecimientos ubicados en zonas muy diferentes de Tacuarembó: uno sobre suelos basálticos superficiales (Paso de los Toros) y otro sobre suelos arenosos (Curtina). Ambos manejan más del 80 % de su superficie bajo campo natural, y operan con esquemas de pastoreo rotativo en potreros chicos, de menos de 4 ha, con permanencias menores a 3 días.

Establecimiento A: ajustar la carga con precisión

Ubicado en Paso de los Toros, este predio criador trabaja sobre suelos basálticos superficiales, con un CONEAT promedio de 55. Vende terneros y vacas falladas, y su potencial productivo es bajo en comparación con el otro caso analizado.

Recrías en el Establecimiento San Juan del Lago de Fillat.

En este sistema, la disponibilidad de forraje estuvo entre 600 y 800 kg MS/ha, con alturas promedio de 2-3 cm, por debajo de las recomendaciones agronómicas (6 a 12 cm). La histórica sequía entre 2021 y 2023 afectó significativamente la oferta de pasto, lo que obligó a realizar ventas estratégicas de animales. Esas decisiones permitieron restablecer el IPC a niveles adecuados (entre 0,8 y 1,2), sosteniendo la resiliencia del sistema.

Las decisiones de manejo apuntaron a alinear la carga animal con la oferta de forraje. También se ajustaron los entores para sincronizar las necesidades del rodeo con los momentos de mayor crecimiento del pasto. El suministro de bloques proteicos ayudó a mitigar la baja calidad forrajera durante el verano.

Establecimiento B: crecer con respaldo forrajero

En Curtina, este establecimiento de ciclo completo se apoya en suelos arenosos con mayor potencial (CONEAT promedio 97). La estrategia incluye verdeos invernales que complementan los pastizales naturales, lo que le permite una mayor estabilidad forrajera a lo largo del año.

La disponibilidad de forraje fue muy superior (1000 a 2000 kg MS/ha, con alturas promedio de 9 cm). En este sistema, la carga aumentó progresivamente y no se ajustó directamente en función de la disponibilidad de pasto, salvo en los últimos períodos cuando ambas curvas se aceleraron. Las ventas de ganado fueron más estacionales y vinculadas a precios de mercado, no a la condición forrajera.

A diferencia del caso anterior, aquí el manejo apuntó a acumular forraje en momentos de abundancia y diferirlo estratégicamente. El sistema mantuvo una alta cosecha de pasto, y el IPC se mantuvo estable, lo que permitió sostener la carga sin comprometer el recurso.

Dos estrategias, una misma búsqueda

Ambos sistemas buscaron sostenerse y adaptarse frente a la histórica sequía reciente. Mientras uno eligió ajustar la carga y adecuar los entores, el otro reforzó la oferta forrajera con verdeos y mantuvo una carga creciente. La eficiencia en el uso del pasto, la lógica de manejo y las decisiones comerciales marcaron las diferencias.

Los resultados muestran que el uso del IPC permite a los productores tomar decisiones más ajustadas a su realidad. En el establecimiento A, fue central para evitar el sobrepastoreo. En el B, permitió observar mejoras en la cosecha del forraje gracias al manejo anticipado.

Estas experiencias confirman que no hay recetas únicas. El éxito del manejo forrajero depende de la interacción entre suelo, clima, sistema productivo, acceso a tecnologías, escala, visión del productor y flexibilidad del manejo. Como en una partida de ajedrez, las jugadas deben ser pensadas a partir de las piezas que se tienen y del tablero en que se juega.

Consideraciones finales

Más allá de lo técnico, este estudio invita a pensar que las herramientas deben interpretarse según el contexto. La misma medición de altura del forraje, por ejemplo, requiere ajustes si predomina pedregosidad o si las especies dominantes tienen tallos largos que no reflejan bien la disponibilidad real de pasto.

En definitiva, estas “jugadas maestras” muestran que es posible mejorar la sostenibilidad de los sistemas pastoriles cuando se combina conocimiento técnico con decisiones adaptadas al territorio.

Agradecimientos

A los establecimientos de Gabriel Fillat y la familia Donazar Otonello por abrir sus puertas y compartir su conocimiento. Al Instituto Plan Agropecuario, en especial a Marcelo Pereira, Esteban Montes e Ítalo Malaquín por el respaldo técnico brindado.

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